¿Cómo le decimos a nuestro hijo qué es producto de una donación?

El silencio, en apariencia, es más fácil de manejar que la verdad, pero no siempre lo más fácil es lo mejor.

Al momento de tomar la decisión de utilizar donación de gametos para tener una familia, los padres suelen analizar muchas variables que van desde las emociones que surgirán ante el hecho de que el bebé no será genéticamente de uno de ellos o de ambos, pasando por si es viable económicamente buscar la familia de esa manera, hasta cómo harán para decírselo en el futuro.

Hay personas que piensan que no decirlo protegería al hijo o hija de emociones angustiosas, de inseguridades o inclusive se protegerían a sí mismos de lo que significaría la reacción de su hija(o) ante esta información.

¿Qué debe tomar en cuenta una pareja o madre/padre en solitario cuando llega este momento?

  • El material genético es la base química del humano y a pesar de la influencia de nuestros genes en nuestras características físicas y psicológicas; es el entorno, la familia, nuestros referentes directos los que intervienen en nuestra personalidad, la manera en que pensamos y son ellos los que darán pie al tipo de individuos en que evolucionaremos.

  • Una relación de calidad con los padres produce un desarrollo psicológico adecuado en los hijos. Mientras más confianza tengan en sus padres, los hijos suelen tener mejor autoestima, son más sociables y son menos sensibles a tener problemas psicológicos. La salud en este sentido, tiene más que ver con la capacidad y sensibilidad de respuesta de los padres que con los lazos genéticos que los unen. Los padres que los hijos conocen, son los que están, los que los educan y confortan. Más que un vínculo consanguíneo, lo más importante para el buen funcionamiento de una familia es un deseo intenso de un padre y/o madre de estar allí para sus hijos.

  • El Comité de Ética de la Asociación Americana de Medicina Reproductiva recomienda hablarle a los hijos sobre la donación. El mejor momento es cuando el niño(a) comienza a preguntar de dónde vienen los niños, a partir de los tres años más o menos. Los expertos invitan a empezar a esta edad, pues permite que el hecho sea asumido con más naturalidad. Lo importante es ir haciéndolo con explicaciones que estén de acuerdo a su capacidad de comprensión y que sean los padres quienes lo hagan. Una forma que ha resultado adecuada para algunos padres es a través de cuentos.

  • La misma asociación, da algunos consejos para decirlo:

    1. Mientras más temprano, mejor.
    2. Decir la verdad en un contexto de amor.
    3. Usar un lenguaje apropiado a la edad.
    4. Permitir al niño(a) tener sus propios sentimientos acerca del hecho.
    5. Dejar espacio para las preguntas futuras.
    6. No pedirles que lo guarden como secreto; el secreto significa que algo está mal o es vergonzoso.
    7. Los niños necesitan información para entender su identidad genética.
    8. Los lazos afectivos se pueden desarrollar a través de las relaciones, no solo por la genética.
    9. Retardar el decirlo, puede romper los lazos de confianza entre padres e hijos.
  • Tal vez al comentarlo con su hija(o) surgirán preguntas y podrá percibir su curiosidad. Tal vez surjan emociones incómodas como enojo, desconcierto, frustración y aunque usted pueda sentirse culpable de alguna manera, el que sean capaces de expresar emociones de este tipo solo demuestra que entendieron la información. Pero no siempre ocurrirá así, si usted trata el hecho con naturalidad y desde la infancia, para ellos será mucho más fácil de aceptar que si decide esperar hasta la adolescencia. En esta época es más probable que surjan la desconfianza y los cuestionamientos.

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“Conocer la información de dónde vienen, saber que ante una enfermedad su familia no será compatible genéticamente con el (ella) y viceversa, entender la maravilla de la entrega de sus padres y que el amor que le tienen va más allá de cualquier frontera mental o física, es un derecho de todo hijo concebido por donación. Analiza bien todas estas cuestiones antes de tomar la decisión, sabiendo que, un hijo que no sabe que proviene de una donación puede ser perfectamente feliz, simplemente saberlo, hará que la relación con su familia sea más fluida y confortante.”
Psic. Adriana González Piña
Psic. Adriana González Piña
Psicoterapeuta

Maestría en sexología clínica y salud sexual.
Universidad de Barcelona.

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