Historia de las clínicas de reproducción

El fusionar un óvulo y un espermatozoide humanos fuera del cuerpo de la mujer y la posterior transferencia del embrión resultante a un útero, es una cuestión reciente y de expedita evolución que se ha convertido, en la actualidad, en una nueva técnica para solucionar los problemas de una pareja con dificultades para procrear.

En efecto, los progresos que se han logrado en el campo de la medicina siempre han tenido una fase previa de ensayos con animales, desde la creación de cualquier vacuna hasta la validación de un medicamento para curar cualquier enfermedad.

Historia de las clínicas de fertilidad

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Una breve introducción a la FIV o Fertilización In Vitro

En este sentido, la fertilización in vitro (FIV) no es una excepción y, antes de conseguir llevarlo a cabo en mujeres, se realizaron diferentes pruebas en animales.

Los primeros reportes médicos de una implantación exitosa y embarazo posterior al uso de esta técnica en seres humanos se publicaron durante la década de los años ‘70 del siglo pasado.

Desde ese tiempo hasta la actualidad, las técnicas conocidas como la FIV, transferencia de embriones (TE) y transferencia intratubaria de gametos (GIFT) han llevado a novedosos conocimientos sobre la interacción de los gametos y el desarrollo embrionario temprano, así como la llegada de miles de embarazos normales.

La tentativa por lograr la FIV transitó por varias etapas de investigación, en donde los científicos exponían los óvulos recuperados de las trompas, útero o folículos de conejos, ratones o hámsteres a espermatozoides provenientes del epidídimo o del eyaculado.

Se entendía que el simple hecho de unir al espermatozoide con el óvulo implicaba en la fertilización. Si bien la presencia del espermatozoide dentro del óvulo, la salida del segundo cuerpo polar y el clivaje son indicadores importantes de fertilización, cada uno por su lado no son suficientes para distinguir una fertilización normal de otros fenómenos.

Lo que se creía que era un clivaje embrionario en los estudios anteriores, lo más probable es que fue el producto del clivaje espontáneo de un óvulo no fertilizado.

En los años ‘80 de siglo pasado, Patrick Steptoe, Robert G. Edwards y Jean Purdy lograron el primer nacimiento humano mediante FIV.

La FIV es considerada una de las tecnologías transformadoras del siglo XX, bosquejada para ayudar a la concepción humana, comprendiendo cuatro aspectos principales:

• Adquisición de un número suficiente de ovocitos mitótica y citoplasmáticamente maduros
• Fertilización de dichos ovocitos maduros in vitro
• Cultivo de los embriones antes de ser implantados
• Transferencia embrionaria dentro del útero materno

Si bien, la historia de la relación de trabajo médico entre Steptoe y Edwards en sus primeros años fue de desilusión y decepciones, terminó con éxito luego de 102 transferencias de embriones fallidas con el nacimiento de una mujer llamada Louise Brown.

Con motivo del éxito obtenido, Edwards, en 2010, recibió el Premio Nobel de Medicina por el desarrollo de la FIV más transferencia de embriones (FIV/TE). Su labor resultó en el nacimiento del primer bebé “de probeta” en julio de 1978.

Desarrollemos el tema a fondo

Los primeros cimientos de la FIV están en las civilizaciones más antiguas, donde sus habitantes comenzaron a preguntarse por la reproducción y la fertilidad humanas.

En el Antiguo Egipto, entre los años 3150 a. C. y 31 a. C, se desarrollaron prácticas para tratar de diagnosticar la infertilidad, tales como incrustar un diente de ajo en la vagina y, si el olor se transmitía a la boca de la mujer, la consideraban fértil. También experimentaban con distintas sustancias para evitar embarazos no deseados e, inclusive, existe evidencia de que algunas personas se especializaban en estudiar el sistema reproductivo de las mujeres: las consideradas infértiles recibían tratamientos como masajes y consumo de brebajes de plantas.

Posteriormente, en Mesoamérica, antes de la llegada de la conquista española, se desarrollaron conocimientos y prácticas en torno a la fertilidad y la reproducción. Los aztecas usaban el yoloxóchitl, uno árbol ornamental, como antiparasitario, astringente y tratamiento contra la “esterilidad” femenina.

En el siglo XVII, el anatomista británico, William Harvey, notable por sus estudios sobre la circulación de la sangre, también hizo contribuciones fundamentales al campo de la embriología. Hizo frente a la teoría preformista, que postulaba que dentro de los espermatozoides (o, en algunos casos, dentro de los óvulos) existía un diminuto ser humano completamente formado o “homúnculo”.

Harvey, en contrasentido, propuso que todos los animales, incluidos los humanos, se originaban a partir de un huevo, y que el embrión se desarrollaba por graduales etapas diferenciadas, no simplemente “desplegándose” como se pensaba antes, hecho que marcó un paso importante hacia el entendimiento moderno del desarrollo embrionario.

Ahora bien, con la invención del microscopio y su aplicación en la biología, Antonie van Leeuwenhoek, llamado el “padre de la microbiología”, realizó -en 1677- descubrimientos clave al visualizar los espermatozoides, a los que llamó “animáculos”, proporcionando así la primera descripción científica del espermatozoide. Estos descubrimientos, junto con el reconocimiento del ovario y el ciclo folicular, allanaron el camino para una mejor comprensión de los procesos biológicos fundamentales de la reproducción.

A este respecto, la primera inseminación que tuvo éxito en animales mamíferos fue realizada por el médico y sacerdote, italiano Lázaro Spallanzani, en 1784, en una perra que tuvo tres cachorros.

Precisamente, en dicho siglo XVIII, los experimentos en animales comenzaron a describir más detalladamente el proceso de fecundación, identificando el encuentro entre el óvulo y el espermatozoide.

No obstante, a pesar de tales avances, la infertilidad era atribuida -sobre todo- a las mujeres, reflejando las actitudes de género de esa época.

En 1785 tuvo lugar la primera asistencia médica a la procreación, el primer “embarazo con ayuda” del que ser tiene registro médico: en Londres, el cirujano y anatomista escocés, John Hunter, realizó la primera inseminación artificial realizada con éxito. Recogió el semen de un hombre con hipospadia (deformación del pene que hace que, al momento de la eyaculación, el semen caiga fuera de la vagina) y lo inyectó en la vagina de su esposa con una “jeringa caliente”, lo que resultó en el nacimiento de un niño sano.

Este procedimiento demostró la viabilidad de la inseminación artificial y abrió nuevas posibilidades para el tratamiento de determinadas formas de infertilidad.

En 1779, el naturalista y sacerdote católico, italiano Lázaro Spallanzani, realizó la primera inseminación artificial exitosa en mamíferos. De hecho, Spallanzini ya había demostrado en experimentos con ranas, que los ovocitos sólo se convertirían en renacuajos después del contacto con el semen.

En 1866, el ginecólogo estadounidense, James Marion Sims, publicó un libro sobre esterilidad, donde incluyó un capítulo sobre la fecundación artificial, en donde describió la supervivencia de los espermatozoides en el moco cervical y vaginal, y algunas técnicas arcaicas para perfeccionar la acción del semen como fecundante.

La llegada del siglo XIX

En el siglo XIX tuvieron lugar intentos decisivos en el campo de la infertilidad y la esterilidad. En 1884, en Filadelfia, se produjo el primer caso confirmado de “Inseminación Artificial de Donante” (IAD), realizada por William Pancoast en el Jefferson Medical College.

Un comerciante millonario le expuso su caso a Pancoast, el cual consistía en la imposibilidad para procrear y el médico vio una oportunidad única para probar un nuevo procedimiento. Tiempo después, la esposa del paciente fue anestesiada y, ante una audiencia de estudiantes de medicina, fue inseminada usando el semen de uno de los estudiantes de la clase. Nueve meses más tarde nació un niño.

La historia de la FIV tiene su origen 1890, cuando el profesor de la Universidad de Cambridge, Walter Heape, consignó el primer caso conocido de trasplante de embriones de conejo: recuperó dos embriones al lavar las trompas de una coneja de raza belga (“angora”) fecundada horas antes, transfiriéndolos embriones de conejo “angora” a una coneja mestiza, en la cual continuó su desarrollo normal; De estos embriones nacieron seis conejos absolutamente normales y, algo que hoy parece lógico: los recién nacidos fueron de raza belga.

La experiencia de Heape despertó mucho interés en científicos de todo el mundo, ya que los científicos se mostraron más interesados en la posibilidad de poder cultivar embriones en laboratorio, con lo que se perfeccionó el estudio del desarrollo embrionario temprano.

La mayoría de medios utilizados en esa época utilizaban plasma sanguíneo, suero o fluidos biológicos no muy bien descritos. De esta manera, se tiene conocimiento que, en 1893, habría habido casos exitosos de FIV en animales en Rusia, por medio de estudios liderados por el neuropatólogo ruso, Jacques Onanoff.

A este respecto, la transferencia de embriones de animales más grandes, como ovejas y cabras, comenzó en 1930.

En 1933, el ginecólogo japonés, Kyusaku Ogino, y el médico austríaco, Hermann Knaus, demostraron la relación que existe entre el ciclo femenino normal y la ovulación, de donde surgen, además de los conocimientos del momento exacto de ovulación, el método calendario de anticoncepción según las fechas del ciclo.

En febrero de 1944, la científica estadounidense famosa por sus investigaciones sobre la FIV, Miriam Friedman Menkin y el obstetra y ginecólogo estadounidense, John Charles Rock, fueron los primeros investigadores en fertilizar un óvulo humano fuera del organismo.

En sí, obtuvieron más de 800 ovocitos de mujeres y, posteriormente, expusieron 138 de esos ovocitos a espermatozoides; sin embargo, no tuvieron éxito, ya que se reportó la escisión del embrión.

En 1949, el médico John Hammond Jr. descubrió un medio complejo que permitió que un embrión de ratón de 8 células sobreviviera hasta el estadio de blastocisto.

En 1951, el biólogo reproductivo chino-estadounidense, Min Chueh Chang y el médico veterinario, Colin Russell Austin, descubrieron, cada uno por su lado, el fenómeno de capacitación espermática, es decir, que los espermatozoides de los mamíferos necesitan pasar un tiempo en el tracto reproductivo femenino para poder fecundar los óvulos.

En 1959, Chang demostró que los óvulos de una coneja negra podían ser fecundados in vitro con el esperma de un conejo negro macho. Los óvulos fecundados se transportaron a una hembra blanca y dieron lugar al nacimiento de crías negras, hecho que reveló el potencial de la FIV y la influencia (o, aparente, falta de ella) de una hembra sustituta.

En 1960 se comenzó a utilizar el laparoscopio para visualizar los órganos pélvicos, del cual el obstétrico y ginecólogo británico, Patrick Christopher Steptoe, fue pionero en su uso ginecológico.

El logro de la FIV en seres humanos

En 1969, el biólogo inglés, Robert Geoffrey Edwards, confirmó la fecundación de ovocitos in vitro que no pudieron ser transferidos.

En 1973 se realizó el primer embarazo humano por medio de FIV, realizado por los obstetras y ginecólogos, Edwin Carlyle Wood y John Leeton, en Melbourne, Australia, proceso que terminó en un aborto espontáneo temprano, que llevó a una muerte embrionaria a menos de una semana de haber iniciado.

Durante esa década hubo mucha controversia en torno a las transferencias de embriones humanos, pero el primer caso de éxito de FIV (entendido como un embarazo uterino llevado a término) en seres humanos lo lograron el ginecólogo Patrick Christopher Steptoe y el biólogo Robert Geoffrey Edwards, en 1977, en Inglaterra.

La bebé, que nació por cesárea en 25 de julio de 1978, fue nombrada Louise Brown y sus padres optaron por probar el tratamiento luego de años de no lograr un embarazo.

Aunque al principio hubo una gran desilusión cuando se descubrió que se trataba de un embarazo ectópico, el embarazo terminó con éxito después de 102 transferencias de embriones fallidas.

Brown fue mundialmente reconocida como la primera “bebé de probeta” de la historia de la humanidad, pesando al nacer 2.700 gramos, siendo descrita como una niña “saludable y regordeta”.

Debido a este triunfo, en 2010 Edwards recibió el Premio Nobel de Medicina por el desarrollo de la FIV más transferencia de embriones (FIV/TE). Su trabajo dio como resultado el nacimiento del primer bebé de “probeta”, en julio de 1978.

En este sentido, los esposos John y Lesley Brown, habitantes de Bristol, Reino Unido, no lograban embarazarse en nueve años de matrimonio debido a que Lesley tenía bloqueadas las tubas uterinas. Si bien, se le realizó la salpingostomía bilateral, dicho tratamiento no tuvo éxito, por lo que, en 1976, fue enviada con Patrick Christopher Steptoe, ginecólogo del Hospital General de la ciudad de Oldham, en Manchester, Inglaterra.

Steptoe le aconsejó que probara una nueva técnica experimental para eludir su bloqueo tubárico, por lo que Lesley fue sometida a una recuperación laparoscópica de ovocitos durante un ciclo natural ovulatorio no estimulante. Por otro lado, el fisiólogo británico, Robert Geoffrey Edwards, usó el esperma de su esposo, John Brown, para fertilizar el ovocito recuperado en el laboratorio.

Días después se colocó un embrión de ocho células en la cavidad uterina de Lesley Brown, quien tuvo un embarazo difícil, aunque finalmente, por cesárea electiva, se dio fin al embarazo el 25 de julio de 1978; siendo las 11:47 horas, en el Royal Oldham General Hospital, en Inglaterra, nació Louise Joy Brown, bebé normal, sana y saludable, de 38 semanas de gestación, pesando 2,700 gramos.

Este valioso logro fue anunciado por Steptoe y Edwards, en 1978, con una escueta publicación en una carta en la revista The Lancet, aunque fue reportado en todo el mundo con grandes titulares. La llegada de Louise fue anunciada como “el bebé del siglo”. A este respecto, el beneficio de este nacimiento fue nivelado en importancia con otros grandes acontecimientos mundiales en la medicina, como el descubrimiento de la penicilina, celebrándose el comienzo de una nueva era de la tecnología en reproducción humana asistida.

El 23 de junio de 1980, el grupo australiano formado por los investigadores médicos, Carl Wood, John Leeton, Alex Lopata, Alan Trounson e Ian Johnston lograron que naciera en el Centro Médico “Queen Victoria” y el “Royal Women’s Hospital” en Melbourne, Australia. el primer bebe australiano con el protocolo de la FIV.

El 3 de octubre de 1978, el médico indio, Subhash Mukherjee, consiguió en India el segundo nacimiento bajo el método de FIV, en esta ocasión de un bebé llamado “Durga” (Kanupriya Agarwal). No obstante, enfrentó el ostracismo social, la negligencia burocrática, la reprimenda y el insulto, en lugar del reconocimiento del gobierno del estado de Bengala Occidental y la negativa del gobierno de India a permitirle asistir a conferencias internacionales.

En 1980, en Bourn, población cercana a Cambridge, en la casa “Bourn Hall”, Steptoe y Edwards fundaron el primer centro mundial de tratamiento e investigación de FIV. La “Clínica Bourn Hall” continúa en actividad en la actualidad y, desde su fundación, ha ido en expansión; hasta el momento, ha ayudado a la concepción de más de 10 mil personas.

En diciembre de 1981, en Norfolk, Virginia, nació la primera niña procreada por FIV en Estados Unidos, Elizabeth Carr, siendo sus padres Judith y Roger Carr, en lo que fue la primera vez que se utilizaron las gonadotrofinas para estimular el ovario. El grupo estuvo dirigido por los médicos Howard y Georgeanna Jones.

En 1984, el matrimonio Brown concibió por FIV a Natalie, hermana menor de Louise.

El 12 de julio de 1984 nació Victoria Annaen Barcelona, España, a las 37 semanas de gestación y con un peso de 2.470 gramos. Este nacimiento fue responsabilidad del equipo del médico Pedro N. Barri Ragué, y las biólogas Anna Veiga, Gloria Calderón y Paz Maristán, del Instituto Universitario Dexeus.

El 9 de julio del 1985 nació en Bilbao el primer niño de FIV concebido en la medicina pública en España. Sus padres le pusieron de nombre José Ángel, en homenaje al médico José Ángel Portuondo, impulsor del primer servicio de fecundación in vitro en un centro de la seguridad social en España, quien había fallecido cinco meses antes en el accidente aéreo del monte Oiz, Vizcaya.

En 1988, la investigadora estadounidense en infertilidad y medicina reproductiva, Susan E. Lanzendorf, sentó las bases del novedoso sistema Intra Cytoplasmatic Semen Inyection (ICSI), por medio del cual nacieron novedosas esperanzas para muchos hombres cuyo daño espermático era tal que, antes de dicho descubrimiento, sólo hubieran tenido el recurso de acudir a la donación de esperma para que su esposa lograra un embarazo.

Hasta entonces, todos los métodos que ayudaban a conseguir un embarazo estaban dedicados al tratamiento sobre la mujer. Y fue en ese año cuando se empezó a ensayar con el sistema Subzonal Sperm Injection (SUZI), que fue casi inmediatamente dejado de lado por el ICSI de Lanzendorf.

En 1992, Gianpiero Palermo desarrolló una nueva técnica de reproducción asistida consistente en una inyección de un solo espermatozoide en el interior del citoplasma del ovocito, esto es, la microinyección espermática Intra-Citoplasmic Sperm Inyection (ICSI), que supuso un gran avance para el tratamiento de la esterilidad de origen masculino. Desde su introducción tuvo una gran aceptación por parte de la comunidad científica.

Conclusiones

En esta lógica, el nacimiento de Louise Brown en 1978 representó un punto de inflexión en la medicina reproductiva y desde entonces, las décadas de investigación y los numerosos avances tanto en la medicina clínica como en la ciencia básica han permitido que numerosas parejas tengan la oportunidad de tener un hijo por medio de técnicas de reproducción asistida.

En el fondo, fue la primer bebé de “probeta” producto de la fusión Externa al cuerpo de los gametos masculino y femenino, llevada a cabo por los pioneros en esta técnica, los médicos Edwards y Steptoe, siendo que, hasta esa época, todas aquellas mujeres que tenían las trompas de Falopio obstruidas eran consideradas estériles.

En todo caso, se recurría a cirugías reparadoras con el fin de reestablecer los conductos, para que de esta manera fuera posible el tránsito de los gametos, aunque el éxito de tales cirugías era muy bajo.

Referencias

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  7. Nascentis, especialistas en fertilidad. https://www.nascentis.com/uploads/File/Historia_fertilidad_asistida.pdf
  8. Next Fertility. Así transformó la ciencia el Día de la Madre en el Día de la Esperanza. https://nextfertility.es/blog/noticias/la-historia-de-la-reproduccion-asistida/
  9. Plan M. Historia de las técnicas de reproducción asistida. https://blog.planm.com/historia-de-las-tecnicas-de-reproduccion-asistida

En ocasiones es fácil dar las cosas por sentado, pero al analizar la historia descubrimos el verdadero milagro de la ciencia que es la Fertilización In Vitro.

Lic. Reyna Treviño
Lic. Reyna Treviño
Gerente administrativa

Lic. en Psicología, Centro Cultural Universitario Justo Sierra.